lunes, 12 de septiembre de 2016

IoT y el último adios a nuestra privacidad


Gracias a la conexión a internet de todo y todos, el IoT y la necesidad casi patológica de la gente de compartir en redes sociales absolutamente toda su vida e información, incluyendo la que no debería ser compartida, la privacidad sigue un camino en donde se volverá solo una utopía, un lejano recuerdo de las épocas en donde internet era para buscar algo que uno necesitaba, donde internet era el producto y no donde nuestra información es el producto como pasa hoy en día, nuestra información es la mina de oro que explotan los grandes de internet para seguir llenando sus arcas de dinero a expensas nuestras, como retribución recibimos servicios “gratuitos” como un servicio de correo, una aplicación de redes sociales, un buscador o un repositorio de fotos. 

La búsqueda en este mar de datos que crece a pasos agigantados ayudado por nuestros clicks, los Like’s y las búsquedas que hacemos todos los días, se ha refinado ayudando a mejorar tecnologías como Big Data, minería de datos e inteligencia artificial con las que los dueños de nuestros datos (que ya no somos nosotros mismos al aceptar usar esos servicios "gratuitos"  hacen mercadeo selectivo para poder presentarnos a medida que hacemos uso de las diferentes herramientas avisos personalizados y correos con servicios de temas asociados a nuestra vida personal o profesional, un “mejor servicio” según argumentan los grandes de internet mientras comercian con nuestra privacidad, con nuestros amores y desamores, con nuestras enfermedades, con nuestra afiliación política, sexual o nuestros gustos culinarios, da tristeza que una corporación para la que no somos sino algunos megas de información conozca o crea conocer, más de nuestra vida, que nuestra pareja, nuestros hijos y nuestros verdades amigos “y no hablo de los conocidos de las redes sociales, mal etiquetados como amigos”.

En la medida que el IoT consiga conectar más de nuestros dispositivos vamos a poder disfrutar de más servicios pero también vamos a perder lo poco que queda de nuestra privacidad, los dispositivos para mejorar el dormir, para hacer ejercicio, para desplazarnos, para desarrollar nuestras tareas laborales, de estudio o de entretenimiento podrán dibujar un esquema completo de nuestras actividades, reacciones, sentimientos, salud, gustos, sueños y esperanzas que estarán en la base de datos de alguno (o varios) de los grandes de internet y que los usaran como una mercancía que se vende al mejor postor, para hacer de todo lo que nos representa como humanos nos muestre como un cliente potencial de algún bien o servicio y todo ello sin nuestra intervención ni conocimiento, en la medida en que la explotación de esta información mejore, los algoritmos  estadísticos, el análisis predictivo y todas las tecnologías de análisis de datos mejoren, ya dejamos de ser nosotros mismos, seremos un porcentaje de acierto en alguna herramienta de análisis de datos que estará a la disposición de las compañías que pagan millones de dólares por saber cuándo y a donde vamos de vacaciones, cual es la comida favorita de nuestro perro o de nuestra pareja, o cuando será probable que tengamos algún periodo de ansiedad causado por el efecto colateral del medicamento para nuestra gastritis, los escenarios imaginables con casi infinitos pero el resultado será el mismo, hasta nuestra libertad de elegir se reduce drásticamente cuando un tercero sabe que necesitamos, cuando lo necesitamos y cuanto estaremos dispuestos a pagar por ello y además tiene la posibilidad de presentar su oferta directo a nuestros ojos, a través de nuestro computador, celular, Tablet, reloj, etc, etc.

Para los que amamos y trabajos en temas de seguridad el panorama además se vuelve aún más complejo, cualquier dispositivo conectado a internet, genera de manera automática preocupaciones no solo desde el punto de vista de la privacidad sino desde el punto de vista de la seguridad, los casos de hacking de carros, televisores, relojes inteligentes y dispositivos de salud (por mencionar solo algunos) ya son voz populi y se expandirán irremediablemente a todos los demás dispositivos imaginables que se conecten a internet con efectos difíciles de predecir, que pueden pasar por el robo de nuestra información, suplantaciones de identidad y fraudes financieros, hasta la muerte (si creen que exagero, que pasaría si vas a 50 kilómetros en tu vehículo y alguien decide acelerarlo al máximo y de paso dejarte sin frenos...?), los estándares del IoT están en desarrollo y crecimiento (al final de 2006 habían 2 billones de dispositivos conectados y se estima que para el año 2020 suban a 200 Billones, según intel), pero al igual que paso en sus primeros años con los grandes de la informática, al llevar dispositivos conectados a internet la seguridad no será uno de las prioridades sobre todo cuando la guerra de precios y el afán de llegar al público presione a los fabricantes de electrodomésticos y nuevos dispositivos a integrarlos a la red a la mayor brevedad posible.


La gente del común deberá preocuparse “por fin” de este tipo de características de los nuevos dispositivos si no quieren que toda la información generan y recolectan estos dispositivos además de terminar como datos de los grandes de internet, terminen en manos criminales que obtengan también beneficios de ellos, para los profesionales de la seguridad nuevamente los retos solo hacen incrementarse y las ayudas no son muchas, la explosión que generara la IoT no facilita la seguridad que este tipo de dispositivos debería garantizar y a nivel corporativo los riesgos deberán evaluarse de manera correcta para implementar los controles adecuados, así pues, mientras estrenamos nuestros últimos gadget’s démosle de paso un último adiós a lo que aún quedaba de nuestra privacidad.

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